Las variedades tradicionales, también
conocidas como “antiguas”, “locales”, “autóctonas”, etc,
son variedades originadas por un proceso de selección y mejora que
han practicado durante miles de años los agricultores y agricultoras
a través de métodos tradicionales.
Son variedades seleccionadas buscando
no solo la productividad, sino también características y usos que
diversifican y enriquecen nuestra base alimentaria y nuestra
gastronomía.
El uso de variedades tradicionales es
un valor añadido que repercute en el territorio y un valor
diferencial.
Características que presentan estos
productos:
-Sabor, aroma y textura excelentes a la
par que únicos; han sido seleccionados para gustar y producidos en
las condiciones únicas (medio/ambiente) de un lugar concreto, una
tierra, un aire, un agua...
-Tienen un importante atractivo
turístico (gastronómico/cultural), pues son el sabor de lo
autentico y se enmarcan en la historia, cultura y costumbres de
cada lugar como lo hacen el patrimonio artístico y arquitectónico.
-Alto valor medioambiental, pues
mantienen y aumentan la biodiversidad cultivada; estas variedades al
tener mayor capacidad de adaptación a las condiciones de cultivo
locales, también favorecen la agricultura ecológica, reduciendo o
eliminando la necesidad de insumos externos.
-Alto valor social, pues favorecen la
seguridad y la soberanía alimentaria, contribuyen a mantener los
saberes campesinos y benefician a los agricultores y agricultoras,
quienes pueden seguir auto-produciendo y mejorando sus semillas al no
estar sujetas a ningún sistema de propiedad privada/intelectual.
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